ARAGÓN MARAVILLOSO: 2021

De la milenaria historia de esta ciudad hablan sus restos arqueológicos y el rico patrimonio de su casco histórico. En nuestra visita, tuvimos la ocasión de conocer una parte de esta a través de ellos.

Primeramente, nos trasladamos a visitar la Colegiata de Santa María la Mayor, que lamentablemente nos la encontramos en obras, por lo que no pudimos ver esta joya declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Queríamos conocer su bellísima portada renacentista de alabastro, en la que teníamos que buscar una misteriosa calavera; también el claustro y el ábside de su fábrica mudéjar original. Pero si pudimos admirar su Torre con lindos arabescos, la más alta del mudéjar aragonés.

Desde allí nos dirigimos a la iglesia de San Andrés, construida al más puro estilo mudéjar. Su alta Torre luce en su rico ornato una explosión de formas geométricas y al atardecer, podrás contemplar la belleza y calidez del ladrillo.

Las calles próximas conforman la judería, uno de los barrios más pintorescos de la ciudad.

En una esquina del templo vemos una estatua de Alfonso I el batallador, en honor a la reconquista cristiana de Calatayud.

Continuamos nuestro paseo atravesando el Arco de San Miguel, que nos acerca a la Plaza del Olivo, un pintoresco rincón lleno de paz, a los pies del imponente y amenazador cerro que alberga el castillo del reloj.

Es una de esas instantáneas que no puedes dejar de hacer “si vas a Calatayud”. Calles estrechas adornadas con palacios, oratorios y solares de antiguas parroquias.

En el centro de la plaza se alza el Monumento a los Sogueros, cuyo patrón es San Pascual Bailón. Durante muchos años, la industria del cáñamo era uno de los principales motores económicos de la ciudad.

El paseo continúa hacia la Plaza del Carmen, uno de los espacios del casco antiguo por los que transcurre el recorrido de la ronda jotera para la festividad de San Íñigo, patrón de Calatayud. Allí se alza hoy un Monumento a la Jota Aragonesa.

Nuestra siguiente parada es en la Colegiata del Santo Sepulcro, templo que evoca caballeros medievales, cruzadas y monjes guerreros. La orden del Santo Sepulcro de larga historia en esta ciudad bilbilitana, tiene su origen en Tierra Santa y su importante templo presenta una curiosidad: todo él está dedicado a la pasión y muerte de Cristo, lo que lo convierte en un templo único.

La magnificencia de su arquitectura, tan solemne, sirve de marco a unos retablos de los importantes talleres locales del S. XVII, ideados como un expresivo Vía Crucis y rematados por un magnífico baldaquino.

Fuera del templo, envuelto en un arrebatador silencio, se conservan las románicas ruinas del claustro mudéjar de solitarias arcadas.

Junto al templo se alza la Puerta de Zaragoza, que todavía conserva las torres que antaño la protegían. En una de ellas se dice que habitaba el verdugo de la ciudad.

Estrechas callejuelas nos acercan al lugar escogido para hospedarnos, que no es otro que el famoso Mesón de la Dolores.

El edificio es una pieza muy importante del patrimonio bilbilitano, y quizá, uno de los edificios civiles más antiguo que se conserva en Calatayud. Está datado en el s. XV y en su uso actual como hospedería, conserva la decoración tradicional.

Hasta nuestros días ha llegado la historia de una copla que se ha convertido en leyenda y basado en ese romance surgieron varias versiones cinematográficas, zarzuelas, óperas, varias obras literarias y composiciones musicales, con La Dolores como tema central.

En ellas citan a un ciego (‘Pascualón’) como autor o al menos cantor-recitador de la primitiva copla popular. Aunque algunos autores relatan el episodio del ciego cuando «una guapa moza, donairosa y alegre» le preguntara en tono cariñoso por la causa de su ceguera y le diera una limosna, los versos equívocos de la copla popular eran: «Si vas a Calatayud, pregunta por la Dolores, que es una chica muy guapa y amiga de hacer favores» (y el equívoco era qué tipo de favores).

Me toco la habitación 206, de nombre Morata. Se auguraba una noche sin triunfo😉😂.

El repicar de unas campanas nos llevó hasta la iglesia de San Juan el Real, con un exterior sobrio en ladrillo y un interior rico y suntuoso, en el que destaca la gran concha que parece engullir el retablo mayor.

El crucero se cierra con cúpula de linterna, sobre pechinas, que están decoradas con pinturas al óleo sobre lienzo pintadas por Francisco de Goya en 1766, cuando contaba veinte años de edad.

El recorrido por sus calles, plazas y jardines nos llevó a conocer también la Plaza de Toros o Coso de Margarita, Se realizó toda la obra en 126 días y tiene en la actualidad capacidad para 8830 espectadores, siendo así la segunda plaza más grande de Aragón, aunque está considerada como de tercera categoría.

Allí me marque unos cuantos pases emulando a mi abuelo, que según me contaron de niño, este saltó alguna vez al ruedo en el coso de Melilla, por lo que cada vez que había corrida de toros, le encerraban en el cuartelillo.

Después de tanto desgaste físico, llegó el momento de rematar la faena dando buena cuenta de algunas de las ricas tapas que se pueden degustar en los locales de hostelería de la ciudad.

Se hizo de noche y nos dirigimos hacia la Plaza de España, llamada también Plaza del Mercado, donde alrededor de sus angostos pórticos, conformados en muchos casos por columnas romanas, bullían los espectáculos, el comercio y la vida del antiguo Calatayud.

Y hoy en día sigue siendo un lugar de encuentro para todos los habitantes y visitantes de la ciudad, donde contemplar su ilustre y antiguo ayuntamiento.