MONASTERIO DE PIEDRA, NUÉVALOS

Los muros del actual Monasterio de Piedra del siglo XIII, esconden más de ocho siglos de historia desde su Consagración en 1218, hasta la fecha. Aunque sus orígenes se remontan al siglo XII, cuando en 1186 el rey de Aragón Alfonso II y su esposa Sancha de Castilla, hija de Alfonso VII, hace donación de los terrenos y la fortificación de Piedra (castrum Petrae) a los monjes cistercienses del MONASTERIO DE POBLET, lugar donde fue soterrado. La cesión es constada el 10 de mayo de 1194, siendo abad de Poblet, Pere Masanet. Doce monjes  (alusión a los doce apóstoles), procedentes de ese cenobio parten hacía Aragón con el objetivo de fundar el nuevo monasterio, al frente de ellos figura el que luego sería su primer abad fray Gaufredo de Rocaberti. Los monjes se instalaron provisionalmente el 20 de noviembre de ese mismo año, en un despoblado en el margen izquierdo del río Piedra en un lugar conocido como Piedra Vieja y en el que actualmente se localiza una pequeña ermita de nombre Santa María de los Argalides. Esta humilde morada sería el lugar de residencia de estos primeros monjes en tanto se construía el nuevo monasterio, que sería conocido como Piedra Nueva, que es el que conocemos en la actualidad, en contraposición al monasterio antiguo provisional.

Las obras del monasterio dan comienzo entre 1195 o 1203, siendo rey de Aragón, el nieto de Alfonso; Jaime I el Conquistador, también enterrado en los Sepulcros Reales del monasterio de Poblet; la iglesia es consagrada y los monjes pueden ocupar el nuevo monasterio realizando la ceremonia de traslación, en 1218. Aunque consagrada la iglesia aún faltaban muchas obras por realizar; obras que se alargarían hasta el siglo XV. Era por aquel entonces IV abad del monasterio Jimeno Martín Martínez.

El monasterio fue construido en el mismo lugar donde se alzaba un castillo de origen musulmán y del que era propietaria la familia Malavella, señorío al que tuvieron que renunciar por orden del Rey, siempre a cambio de otros territorios mejor situados. El monasterio fue construido utilizando materiales del castillo y aprovechando partes del mismo en función de sus necesidades. La vinculación del monasterio con su casa madre de Poblet se alargaría hasta el año 1616 en que quedó integrado en la Congregación cisterciense de la Corona de Aragón.

La vida del monasterio paso por tres periodos que interrumpieron la vida de los monjes, la primera fue en 1808 durante la Guerra de la Independencia, en este periodo el monasterio fue utilizado como Hospital Militar y ya sufrió su primer expolio, la segunda vez en que los monjes tuvieron que abandonar el cenobio fue durante el conocido trienio liberal (1820-1823) y definitivamente en 1835 con la desamortización de Mendizábal, en el que el monasterio fue abandonado a su suerte y al expolio definitivo.

En él se pueden contemplar las principales características de la arquitectura Cisterciense.

La Iglesia es el edificio central y se dedicó a Santa María la Blanca en 1194, con un claustro anexo en torno al cual se disponen las estancias monacales y las celdas de los hermanos, que en la actualidad han sido reconstruidas como instalaciones del Hotel Spa Monasterio de Piedra






Desde esta histórica y renovada hospedería se accede al Claustro. Es de planta cuadra con jardín central y cuatro pandas en las que se distribuyen las salas.


Al este, en la panda del capítulo, se abre la Sala Capitular de principios del siglo XII, que era el centro neurálgico de la vida monástica.


Destacan su portada central y sus ventanales laterales. 

Encima de la portada se puede ver el escudo de la Corona de Aragón en una policromada estructura barroca realizada en yesería. Muestra en los cuatro cuarteles: los palos de Aragón, el árbol de Sobrarbe, la cruz de Iñigo Arista y las cuatro cabezas de musulmanes entre la cruz de San Jorge.

Las ventanas laterales están compuestas por dos vanos similares, separados por pilares cruciformes, en cada una de sus caras tienen columnas adosadas, cada uno de estos vanos se remata por un arco apuntado doble con adornos en puntas de diamante. En la parte superior de cada ventanal, un óculo polilobulado a su vez con adorno de puntas de diamante en el perímetro, cierra el espacio que lo separa del arco apuntado, formado por dos arquivoltas, en nacela la interior y en bocel la exterior, de factura similar al de la portada que cierra toda la estructura. Las columnillas que sostienen los arcos tienen capiteles con adornos en crochet y basas dentadas.

 La estancia está soportado por cuatro columnas centrales de pilares fasciculados de tipo palmeado.

 Destaca en la actualidad este conjunto, por la policromía que conservan sus apoyos en tonalidades negras y verdes principalmente, policromía realizada en el siglo XV.

Las claves de las bóvedas están formadas por motivos vegetales, excepto dos de ellas, una tiene esculpida la silueta de un castillo asociado a un báculo que parece pueda corresponderse con el antiguo castillo de Malavella y que se considera pudo ser el primer emblema del monasterio. 

Foto recogida de:httpwww.jdiezarnal.commonasteriodepiedrasalacapitularescudo02.jpg

Una segunda clave tiene esculpida la cara de un monje, que se especula representa a Gaufredo de Rocaberti, primer abad del monasterio.

Foto extraida de:httpwww.jdiezarnal.commonasteriodepiedrasalacapitularclave01.jpg

Alguna de las marcas de cantería conservadas en el recinto.

A las donaciones de reyes y nobles, había que sumar la venta de sepulcros y nichos en las pandas del claustro, garantía según el pensamiento de la época de llegar antes al Cielo, al estar enterrado en lugar sagrado y al amparo de los rezos de los monjes.

En el ángulo que forma el corredor del capítulo con la puerta de entrada a la iglesia encontramos un aparatoso retablo barroco dedicado a San Benito de Nursia, realizado en yesería en el siglo XVIII y con estructura barroca que conserva su policromía original. En él podemos ver columnas salomónicas y múltiples figuras de ángeles niños, además de rocallas, rosetas, elementos vegetales y figuras de santas, Santa Escolástica, hermana de San Benito y Santa Gertrudis, también benedictina y en el centro una imagen de la Ascensión de la Virgen. El nicho central del retablo está ocupado por la figura de San Benito de Nursia, fundador de la orden de los benedictinos y considerado como el padre de la vida monacal. No tiene manos ni cabeza ya que este retablo y el monasterio en general sufrió las rapiñas del ejército francés que tenían por afición decapitar las cabezas de todas las esculturas regias que encontraban. Este retablo ocupa el espacio donde se encontraba el antiguo armarium, o nicho donde se guardaban los libros que los monjes leían durante sus paseos por el claustro.

En esa esquina, ya en la panda norte, en la del mandatum (donde se celebraba el ritual del lavatorio de pies), encontramos la Puerta de Santa María o Puerta de monjes, por ella accedían los monjes del coro al interior de la iglesia y hoy acceden los turistas.

La iglesia es de estilo románico tardío, con planta típicamente cisterciense de cruz latina, con crucero, ábside central poligonal reforzado con grandes pilares y cuatro ábsides laterales de cabecera plana.

Puerta del transepto que comunica con el cementerio.

Lado sur de la iglesia, al fondo ábside de cabecera plana.


Sus dos naves constan de seis tramos las laterales y tres la central.
En su construcción se usaron sillares de caliza muy porosa, lo que contribuyó que llegara a nuestros días en avanzado estado de deterioro, en la mayor parte ha desaparecido la cubierta, aunque se están consolidando alguna de sus partes.

Las pinturas de lo que sería su coro, están bastante desconchadas, así como la policromía de columnas que esta irreconocible.

En la Capilla de San Inocencio recientemente fueron restauradas sus pinturas. El origen de esta capilla se remonta a 1684, cuando Jaime Palafox Cardona, arzobispo de Sevilla, regaló al Monasterio de Piedra el cuerpo de San Inocencio Mártir procedente de las catacumbas paleocristianas de Roma, el cual había sido recibido como regalo papal por este arzobispo aragonés. Para acoger la reliquia, se construyó una nueva capilla yuxtapuesta al extremo norte del crucero. Es una obra de barroco decorativo, profusamente ornamentada con relieves de yeso policromado y cubierta con una cúpula ovalada con linterna.

 

Los restos de sepulcros del templo, probablemente pertenecientes a algún miembro de la familia del Beato Palafox, que tenían derechos de sepultura en Piedra, se encuentran en una cripta a los pies del ábside central. 

 El ábside conserva su mesa de altar originaria. 

En la nave lateral del lado de la epístola se disponen piezas recuperadas de la antigua iglesia, algo caóticamente organizadas.

En la fachada sudoeste, a los pies del templo hay un pórtico con un arco de medio punto y cinco arquivoltas abocinadas apoyadas en columnas bajo los restos de un sencillo rosetón. Por esta puerta accedían los fieles.

Abandonamos la iglesia por la esquina opuesta a la que entramos, un estrecho pasillo cubierto con bóveda de medio cañón que sirve de comunicación entre la iglesia y las zonas de trabajo. Este pasadizo evitaba el paso a la iglesia de los monjes conversos por el claustro reglar y la posibilidad de que los monjes de coro y los monjes conversos pudieran cruzarse en la panda del claustro. Dentro del estilo románico, este pasadizo es uno de los pocos, sino el único que se conserva en España


Desde este volvemos a la panda del mandatum antes mencionada, donde nos encontramos otro altar con un retablo barroco, este dedicado a la Virgen de Santa María de Piedra, muy ornamentado y policromado realizado también en yesería. La hornacina central permanece vacía, ya que la imagen de la Virgen fue robada en los años setenta del siglo XX y no ha se ha vuelto a saber nada de ella. 

Aquí la bóveda también está ricamente decorada.

La  panda oeste o de los legos es la que comunica con la Cilla del monasterio.

Esta era una estancia de planta rectangular, generalmente con dos alturas y con ventanas en sus muros este y oeste. En la actualidad alberga el Museo de la Denominación Vino de Calatayud, basado en escenografías que reflejan desde la llegada del vino a la comarca y su relación con los monjes, hasta los métodos de elaboración aplicados hoy en día.






Todo ello enmarcado dentro de un bello recorrido arquitectónico a través de la bodega y cillería originales del Monasterio, que aún mantienen muchos de sus elementos, así como  prácticamente la totalidad de su estructura original.




Se disponía una puerta amplia para pasar carros con las provisiones, que en la actualidad conforma la Sala de los Carruajes, donde se exhiben carrozas del siglo XIX, y alguna más moderna.


Tras pasar el arco de de la sala de los carruajes, al sur, en la panda del servicio, nos adentramos en la Cocina, donde se elaboraba el apreciado chocolate. 

Sus paredes abovedadas están totalmente ennegrecidas por el uso de varios siglos. Pues fue aquí, en el Monasterio de Piedra, donde por primera vez se cocinó el chocolate en Europa, cuando Hernán Cortés viajó a México acompañado por Fray Jerónimo Aguilar, que en 1534 envió al abad del Monasterio de Piedra el primer cacao junto a la receta para cocinarlo.

A su lado el Refectorio, cuya cubrición de bóvedas se apoya en ménsulas adosadas a la pared con decoración vegetal y columnas truncadas, que fue financiada por una donación realizada en 1413 por el antipapa Benedicto XIII (Papa Luna), aragonés de nacimiento.

Todavía conserva el nicho en la pared donde se situaba el púlpito de lectura, desde este, el monje lector de turno leía pasajes de la Biblia mientras los hermanos comían. La escalera de subida a este púlpito se encuentra por el interior de la pared, con la escalera embutida en el muro, pero ha perdido el parapeto donde estaba el ambón.

Las ventanas de medio punto corresponden a la fase constructiva del siglo XIII. La ventana del testero, en arco apuntado, debió hacerse después de 1411.

  

Bajo esta se deposita una copia del "Tríptico relicario del Monasterio de Piedra". 

Se trata de un mueble relicario en forma de tríptico que guardaba una Hostia manchada de sangre, era el conocido como Santa Duda de Cimballa . El mueble tiene dos puertas, que una vez abiertas recuerda las formas de un tríptico. Todo el mueble está pintado y dorado con escenas de la vida de Jesucristo y la Virgen.

Sobre la puerta de acceso, hay un óculo con una celosía de mármol calado donde se representa el jarrón de azucenas de la Virgen, símbolo de su pureza.



Frente al refectorio, pero ocupando ya espacio del patio central del claustro, se levanta una pila lavamanos que se cubre con un pequeño cenador con cubierta a doble aguas al exterior, que más que un templete adopta forma de un pequeño pórtico. En esta pila se lavaban las manos los monjes antes de las comidas.


 A continuación hallamos el Calefactorio, una agradable estancia con arcos y ventanales que conserva en el piso inferior los túneles practicados para calentar la estancia.

 

Esta sala era el lugar donde se preparaban los materiales necesarios para la copia e iluminación de manuscritos que se llevaba a cabo en el scriptorium o sala de monjes anexa.

Al final de este corredor sur se encuentra el paso desde el hotel al claustro, e inversamente.

Tras su exclaustración y desamortización por Juan Álvarez de Mendizábal, entre 1835 y 1837, fue adquirido en subasta pública por el industrial barcelonés dedicado a la actividad de tejidos Pablo Muntadas Campeny en 1840, por 1.250.000 reales de vellón. Su hijo, Juan Federico Muntadas Jornet quedó enamorado del lugar y lo reformó, añadiendo caminos, accesos y plantas, descubriendo en 1860 la gruta Iris, que la hace accesible.

Acceso a la gruta.

Pie Cola de Caballo

Dará a conocer la belleza natural de Piedra a través de sus escritos y se encargó de poner en valor el arruinado monasterio, transformando a lo largo de la década de 1860 las viejas celdas del recinto del monasterio en una hospedería, y sus lagos, cascadas y riachuelos en un Parque Natural.

Cascada Trinidad

A su iniciativa se debió también la creación, en 1867, de la que sería primera piscifactoría (truchas, cangrejos, y más tarde salmones) establecida en España, a imagen de las que se estaban instalando por aquellos años en Alemania, Francia y Suiza.

El plano en donde aparecen reflejadas las cascadas y grutas fue firmado en Calatayud el 23 de junio de 1846 por el agrimensor Eugenio Rubio.

Plano actual del parque.

 El “jardín de Muntadas” se terminó hacia 1871 y es considerado como el “primer jardín histórico de la Comunidad de Aragón”. El Monasterio de Piedra es en la actualidad uno de los parajes más espectaculares de Europa, con la concesión del título de Jardín Histórico otorgada el 27 de enero de 2010.

Cascada la Caprichosa


Cascada Iris

El recorrido del Parque del Monasterio de Piedra (ojo, muy delimitado a personas con movilidad reducida), es un deleite para los sentidos, cuajado de sorpresas y bellísimos rincones de cualidades estéticas y paisajistas sorprendentes. 

Los Vadillos

Cascada de los Chorreaderos

Como jardín histórico que se precie, está repleto de leyendas que dan nombre a los rincones de su recorrido.

A la belleza propia del río hay que añadir el bullicio y frescor de sus cascadas, la apacible quietud de sus lagos, y el cantar de diferentes especies de aves, de las que se han identificado más de 20 especies.


Lago del Espejo  


Por último, señalar que también ha despertado el interés como "decorado" en el ámbito televisivo o cinematográfico. En la gran pantalla, la última obra en utilizar rincones de este paraje fue 'El hombre que mató a Don Quijote', del ex Monty Python Terry Gilliam, que vio la luz en 2018.